Difícil de clasificar, pero obligado de leer. Es lo que sucede con Cosecha (Hoja de lata), el premiado libro de Jim Crace (Saint Albans, Reino Unido, 1946) que
juega con varios géneros para entregarse, desde la primera página, a la buena
literatura y que llega a España en traducción de Pablo González-Nuevo. Su narración de la transformación de una pequeña aldea podría ser
un relato histórico, pero también existen suficientes elementos para
considerarlo un libro político.
O social por la disección de mecanismos como el comportamiento de
una sociedad cerrada, el miedo al desconocido o los mecanismos de manipulación
y control.
Escoja la etiqueta donde se encuentre más cómodo y léalo. Es lo
único importante.
A lo largo de 17 capítulos, Walter Thirsk narra los avatares que
afectan a una pequeña comunidad rural, suponemos que inglesa. Es lo de menos.
Sus problemas son tan actuales que, por ejemplo, encontramos las reacciones de
rechazo a los extranjeros que se producen hoy en día en Europa. O el mismo
drama de los refugiados que azota al Mediterráneo.
El narrador utiliza la primera persona con absoluta maestría. Le
permite transmitir los miedos e incertidumbres del protagonista, un anti-héroe
que trata de sobrevivir sin importarle muy bien el precio que debe pagar. La
lentitud de las primeras páginas sirve para trasladar al lector al mundo
atemporal y comprenda la trascendencia de una un cambio narrado con una prosa
seductora.
El libro no deja de ser una denuncia de la manipulación que ejerce
el poder político sobre la sociedad, de la imposición del cambio de la
transformación, la dificultad de la lucha.
Publicado en el suplemento Culturas de La Voz de Avilés-El Comercio, página 4, 24 de septiembre de 2016
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