viernes, 16 de octubre de 2009

La vida de Mateo Koo

Allá por 1951, Mateo Koo decidió ser sacerdote, atender a una vocación que latía dentro de él. Sin embargo, la llamada coincidió con la persecución religiosa a la Iglesia en China. Mateo Koo fue arrestado por el peligro que suponía ser seminarista y pasó treinta años en cárceles. Sufrió hambre, trabajos forzados, fue humillado, vejado... Mateo Koo creció en su Fe. Tuvo momentos de decaimiento y de fortalecimiento. Pero supo orar y perservar hasta que, treinta años después de prisiones y tortura, fue ordenado sacerdote en una sencilla y clandestina ceremonia. Durante su odisea, Mateo Koo sólo recibió la comunión una vez.
Mateo Koo es un ejemplo para muchos que disfrutamos de la libertad y no sabemos apreciarla. También debería hacer reflexionar a quienes pretenden convertir la religión en un hecho meramente privado o reducirlo a supersticiones más o menos exóticas. Una vida como esta no puede responder a la nada, a una superchería. Su valor y heroísmo merece un respeto, para él y sus creencias.

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