jueves, 23 de abril de 2009

Fuera de servicio

La imagen me resulta inquietante. Sentado en la estación, o de pie en el andén, ensimismado en mis pensamientos o con la mente en blanco, vaya usted a saber, uno oye a lo lejos la llegada de un tren. Levanta la mirada y ahí lo ve pasar, a la velocidad permitida, con el conductor en la cabina y, sobre la locomotora, el panel frontal informa: Fuera de servicio. Ahí donde otras veces leemos un destino, nuestro lugar de destino, encontramos una definición mortal: fuera de servicio.
El tren sigue su marcha, recorre estaciones, apeaderos y pueblos, pero luciendo su destino: fuera de servicio. Carece de utilidad, circula sin parar, tal vez recogiendo a viajeros al azar para llevarlos fuera de servicio.
Inquietante, sí. Pero no sólo por su viaje, por sus paradas. También por la posibilidad de que nuestro tren marque idéntico destino. O, subidos en él, alguien decida marcar las letras fatales: fuera de servicio.

The Reader


Seguramente estaré equivocado, pero mi impresión es que en la última oleada de los Oscar, The Reader ha sido una película que ha pasado en un injusto segundo plano. La Wikipedia asegura que en algunos países hispanoamericanos, han traducido el título por Una pasión secreta, sin duda mucho más ajustado a la historia.
He visto la película en versión doblada, con lo que no he podido apreciar el trabajo de Kate Winslet envejeciendo con su personaje. El director es el británico Stephen Daldry, que ya ha dejado otras joyitas como Billy Eliot o Las Horas. Su gran acierto es dotar a la narración de la contención que reclama la historia sin caer en el aburrimiento.
La banda sonora de Nico Muhly es otro de los tesoros. Subraya perfectamente la tristeza y el dolor de los personajes, la angustia personal que atraviesan.
La película cautiva. Al principio, parece que va quedar en una historia pasional, pero seduce al espectador. La propia presentación de los personajes y cómo nos acercamos a ellos hace que no caiga en ser una película más sobre los nazis y presente a los personajes con sus luces y sombras, más sombras que luces.
Y, en un día como esté, no está mal recordar una película que nos acerca al poder de la literatura, al embrujo de la palabra escrita que tantos sentimos.
Os la recomiendo a todos.

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