lunes, 27 de agosto de 2007

El limpiagrasas

Se llama José Manuel del Arco y ya tiene un pequeño hueco en la historia local y asturiana. Se convierte en el el primer director general de un ayuntamiento en Asturias, en este caso el de Avilés. El cargo de director general del Ayuntamiento es de reciente creación, fruto de la Ley de Grandes Ciudades, esa que el gobierno de José María Aznar hizo a la medida de Madrid para solucionar unos cuantos problemas a las grandes ciudades.
Y es que hasta la aprobación de esa ley, la norma que regía al Ayuntamiento de Illas o el de Avilés eran iguales a la de Madrid. Las diferencias entre concejos obligaba a una modernización legal y de ahí las nuevas posibilidades de organización. En un ayuntamiento grande, como Madrid o Gijón como ejemplo más cercano, uno se imagina al director general como el gran director de esa orquesta de empresas municipales y concesiones que permiten sacar adelante la gestión de lo público.
En el caso de un concejo como Avilés, la funcionalidad se puede, cuando menos, cuestionar. No es, por lo tanto, poco el reto que tiene por delante José Manuel del Arco. Por lo menos, ha demostrado un gesto positivo: conceder entrevistas a los medios de comunicación. El suyo es un puesto de carácter técnico, pero su designación es marcadamente política ya que lo pone el gobierno de turno. Se podría haber refugiado en el aspecto técnico para evitar los medios de comunicación, como hacen en ocasiones algunos cargos políticos de segunda y tercera fila. Pero consciente de la repercusión y la designación, da la cara y explica sus objetivos. Bien, ahora le queda el reto de dar contenidos a su empleo.
En la entrevista a La Voz de Avilés dice que va quitar la grasa a la plantilla. Me parece una pretensión excesiva, pues tampoco veo tanta grasa cuando estoy en el Ayuntamiento. Si existe el derecho administrativo, pero esté seguirá estando esté Del Arco o el calvo de Mister Proper. También habla de que va a redactar el presupuesto, pero para eso ya tenemos una concejala de Hacienda con dedicación exclusiva, Intervención y sus plantilla. O sea, que existe un riesgo considerable de duplicar funciones, alimentar ineficacia con la fórmula de aumentar los gastos de personal para hacer lo mismo. Le concedemos el beneficio de la duda. Uno piensa que será un sueldo bien justificado si logra aligerar a Pilar Varela de buena parte de la carga administrativa que genera la alcaldía y obliga a su titular a encerrarse en el despacho, lejos del pulso de la calle. Si, además, logra convertir a los diferentes departamentos municipales en una orquesta y no en la sucesión de cuartetos, dúos y tercetos de cuerda que interpretan cada uno su partitura sería una contratación más que justificada.

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