jueves, 18 de enero de 2007

Escopeta de feria

Acierto menos que una escopeta de feria. Menos mal que no vivo del análisis político y la bitácora es una afición. Yo que no daba un duro por Sabino candidato, allí me lo encuentro en el restaurante José's comiendo merluza a la cazuela con Miguel Ángel Villalba, Avelino González y José Luis González Arias, el empresario que todo el mundo conoce como Melca.
- Sabino, ¡qué me hundes el blog! Yo asegurando que no ibas de candidato y ahora aquí.
-Es demasiado tarde para decir que no, Fernando.
En ese momento, no sabía si me encontraba en un vodevil, por la negativa a hacerse una foto con el empresario, o ya habíamos entrado en un drama shakesperiano con un Sabino arrastrado por el destino. Es necesario el sacrificio de un hombre para salvar a una nación, proclamaba hace unos meses Pascual Maragall. Desconocía yo que Antonio Sabino, hombre aficionado al teatro, tuviese esas lecturas.
-No te veo de concejal, Sabino. Hace cuatro años decías que no tenías madera y no creo que haya germinado en este tiempo.
-Apunto más alto.
-Pero para ser alcalde, hay que ser primero concejal...
-Ah...
-La campaña va a ser muy dura, muy dura. No te veo aguantando los ataques, los insultos. En mi poca experiencia, he comprobado cómo en la política local se acrecientan los gestos y tonos de Madrid, y ahora hay mucha tensión en Madrid.
Os lo juro, lectores de la bitácora, intentaba convencerle de que renunciase. Aspiraba, aunque sólo fuese por una vez y con trampa, acertar en mis comentarios.
-No es mi estilo, Fernando, yo no voy a insultar.
-Eso evita insultos a los otros, pero no te los va a evitar a .
-Aporto mi conocimiento de los problemas de Avilés y la capacidad para solucionarlos.
-Sabino, que la administración es muy compleja y no estás acostumbrado.
-No le tengo miedo.
- ¿Os hacemos una foto a todos juntos?
Eso ya no quisieron. Por alguna razón, espero que no tenga que ver con el urbanismo o que ese empresario sea el dueño del hotel donde Asia celebra todos sus congresos, no les gustaba la idea de inmortalizar el momento. Aunque, en honor de la verdad, luego no dudaron en reconocerlo.
Y yo, después de todo esto, me sumo en un periodo de reflexión para discernir si hago más comentarios políticos o me dedico solo a la plaza y a los libros.

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